Si pensamos en cirugía facial, seguramente, la primera operación que nos viene a la mente es la rinoplastia. Y es que este tipo de intervención, por motivos estéticos o funcionales, es de las más demandadas tanto en hombres como en mujeres.
Ya os hemos hablado de la rinoplastia en anteriores artículos de nuestro blog y de los dos distintos tipos de abordaje, que son la rinoplastia abierta y cerrada. La principal diferencia entre ambas técnicas es la forma en la que el profesional accede al interior de la nariz. El cirujano es quien determina el tipo de abordaje, en función de las necesidades del o la paciente, la dificultad técnica, los objetivos y las características de la nariz.
En esta ocasión, hablaremos en detalle de la rinoplastia cerrada o cirugía endonasal (es decir, dentro de la nariz), un procedimiento quirúrgico que busca mejorar el aspecto estético de la nariz de la forma menos invasiva posible. ¿Cómo? En la intervención se respetan las estructuras anatómicas fundamentales (ligamentos, nervios y cartílagos) y se trata el dorso nasal preservándolo, sin necesidad de cortarlo y reconstruirlo posteriormente. El cirujano esculpe la nariz a través de los orificios nasales (las narinas).
Se opta por la rinoplastia cerrada en aquellas intervenciones que no precisen una modificación importante de la nariz ni que requieran una visión más amplia. Hay que recordar que, en la rinoplastia cerrada, el cirujano tiene una visión limitada de las estructuras, por lo que ciertas maniobras quirúrgicas resultan más difíciles o imposibles de realizar.
La rinoplastia cerrada se suele usar para rebajar el dorso sin grandes cambios, para pequeños retoques, para una rinoplastia secundaria, para modificar la giba o para corregir una asimetría facial, entre otros casos.
El procedimiento de la rinoplastia cerrada
La intervención de la rinoplastia cerrada consiste en realizar dos incisiones en el interior de la nariz, de tal forma que se evitan cicatrices visibles y tener que manipular la piel que recubre el dorso nasal. A través de las incisiones y mediante pequeños cortes limpios, se accede al tallado óseo y cartilaginoso para dar la forma deseada a la nariz. Una vez que se ha modificado la arquitectura interior, los tejidos blandos que recubren los cartílagos y los huesos de la nariz se adaptarán a la nueva forma que el cirujano le ha dado de acuerdo con los deseos del o la paciente.
El procedimiento finaliza cerrando las incisiones con puntos reabsorbibles que desaparecerán a lo largo del periodo postoperatorio. Una de las grandes ventajas de la rinoplastia cerrada es que la operación puede ser más corta, en comparación con el abordaje abierto. Este tipo de cirugía se puede realizar, habitualmente, con anestesia local y sedación (para que el paciente no sea consciente del procedimiento y no sienta ningún tipo de dolor) y suele durar entre una hora y media a dos horas.
El postoperatorio de la rinoplastia cerrada
Como el procedimiento de la rinoplastia cerrada es mínimamente invasivo, la inflamación postoperatoria es mucho menor y, por tanto, la recuperación es mucho más rápida.
Tras finalizar la intervención, el cirujano colocará una escayola y cintas adhesivas y unos tapones dentro de los orificios nasales (para evitar las secreciones). La férula de escayola evita el movimiento y ayuda a controlar la inflamación y a garantizar la cicatrización.
Lo más habitual, después de la intervención, es que haya una mínima inflamación e incluso puede haber algún pequeño hematoma. Estas afecciones suelen desaparecer entre los 3 y 5 días posteriores y el o la paciente puede volver a las actividades diarias habituales, sin ningún problema. Eso sí, se debe evitar cualquier ejercicio físico o actividad intensa, en especial, los deportes de contacto.
Lo más aconsejable después de una rinoplastia, es dormir con la cara hacia arriba. De esta manera, se favorece que la inflación se reduzca y vaya siendo cada vez menor.
La férula de escayola se suele retirar una semana después de la operación. Y, a partir de aquí y durante los primeros tres meses, se utilizan tiras quirúrgicas para garantizar la adaptación de la nariz a los cambios que se suelen producir en el proceso de cicatrización. La hinchazón es una cuestión de tiempo.
Desde que se retira la escayola ya es posible ver los resultados, aunque estos se irán definiendo en los próximos meses a medida que vaya disminuyendo la inflamación.